lunes, 27 de diciembre de 2010

Pavadas y Vientos

Mientras caminaba durante una fría noche de San José, J. movido por aquel impulso reacciona nadie sabe el porqué, pienso yo que fue seguramente gracias a una ráfaga de viento que le ha puesto a funcionar la mente en la manera correcta. Esa noche fría y negra, donde se veían más estrellas que almas pensaba:
-No me quiere el azar, es bueno dejarse llevar por él, cuando llega solo, pero cuando lo busco nunca logro gambetearle y termino tropezando y si me va realmente mal quedo tendido en el suelo.
J. Pensaba en eso mientras recordaba una canción, esa canción que le había tomando durante esos tiempos; vivía buenos tiempos, pero en ese momento, justo en esa ráfaga de viento entró en conciencia. Había sido torpe; entre tanta cosa que alabarle al muchacho siempre había tenido un pecado grandísimo, su inocente torpeza.
Era una noche peligrosa, pero en ese momento lo único que le asaltaba eran sus pensamientos, la razón le ha tocado de nuevo; y nada lo dejaba más malherido que eso: su propia razón, ese fantasma más negro que la noche josefina, lo carcomía de a poquitos.
-¡He sido un completo gil!- se decía a sí mismo en voz alta mientras intentaba completar su travesía, nadie le escuchaba solo un puñado de estrellas y una enorme luna amarillenta eran sus confidentes. Y mientras encendía un cigarrillo ya arrugado de su estancia en el bolsillo continuaba con su discurso:
-¡De que te sirve saber tanta mierda! ¡Tantos años de libros, de estudio, de clases! Seguís siendo un bruto, porque bruto es aquel que no aprende a dominarse, cualquiera domina un idioma, una profesión, una clase o a una persona, pero inteligente es aquel que sabe ponerse freno a él mismo, ¡dejá de exponerte idiota! ¡Tomá el control tus emociones! Es hora ya de que tomés la rienda de esto, estás viviendo bien, pero seguís cometiendo el mismo error de toda una vida, el ser torpe a conciencia. ¡De nuevo enviarás al bote de la basura lo bueno que hacés y las grades oportunidades que te vuelve a dar la vida en este momento!
-Serenate, poné de nuevo esa cabeza fría, que la persona que se mueve solo por sus nimios caprichos no llega a nada, y lo poco que tiene lo despilfarra. ¡Centrate hombre! Viví, te queda mucho por vivir, mas vivilo con inteligencia, sin soltar el timón, medí la tormenta y aprendé a sobrellevarla, pero con cautela y tomando las previsiones del caso.
-El azar es bueno, es una delicia dejarse llevar, al igual que el albatros se deja llevar por los vientos marinos; pero al igual que éste; tenés que saber que si lo hacés no es solo por capricho, sino que lo hacés por que tenés un fin en concreto.
-Che fea esa palabra concreto, ¿qué puede ser concreto a esta edad?- Sos un necio J. – él mismo se contradecía- en una vida tan corta todo debe ser concreto para no ser un maldito miserable. Dejate de tanto romanticismo que no te lleva a nada, no sos un Werther, sos un pibito que debe tomar la vida por los cuernos, pero hacerlo con las manos de la razón, tanta emoción solo te lleva al caos, y eso no te sirve. Mecete al son del destino, pero no te cegués en la estupidez, que tenés todo lo necesario para no ser uno de esos tantos que se andan tambaleando como un abejón por las callejuelas más negras y apestosas de sus vidas. Pensá en que debés caminar con la frente alta c’est tout mon petit mec.
-¡Increíble todas las pavadas que podés pensar mientras caminás con estos vientos del demonio!-se decía- Lo importante acá es que hoy le hice la gambeta al azar ¡y vaya que bien hecha! Me termino este café y a la cama, ¡hoy puedo dormir en paz!
Después de ese café y otro cigarrillo J. se ha dado cuenta que la ruta le cambió el sentido.

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